¿Quieres escribir un libro? ¿Cómo anidó esa urgencia peregrina en tu cerebro? ¿Estás seguro que es una buena idea? Es raro como, sin mucha explicación, nos surge ese prurito de tener un libro que lleve nuestro nombre y empezamos a preguntarnos, sin saber muy bien por dónde, cómo escribir un libro. ¿Acaso no es lo mismo que como cuando niño queríamos ser bomberos o astronautas?
No, no es lo mismo porque no sólo ya no somos niños, sino que la idea no se espanta como un pájaro parado en la ventana. Persiste, nos mira como reclamando su tiempo.
Es un gusanito como el de la manzana, que vemos por dónde sale, pero nunca por dónde entró. Y se instala mordiendo nuestra culpa, aumentando ese agujero con cada día que pasa sin que emprendamos su escritura. Nunca he podido entender de qué huevo empolla esta necesidad, pero si la tienes puedo garantizarte que la comparto con la misma picazón.
Hace muchos años, cuando aún había insectos, salí de la facultad de Filosofía y Letras y no veía más empresa que sentarme, inmediatamente, a escribir esa gran novela, una importantísima. Y lo hice, me senté cada día, con disciplina, en casa de mis padres sin preocuparme por el costo del arriendo o el pago de los recibos convencido que todo estaba justificado por el mensaje que estaba tejiendo página por página.
Pasaron los días, los meses, y comenzaron a sumar años. Lo que escribía podía ser así o asá ¿qué diferencia hacía? Pronto descubrí que no tenía una voz, que tanta teoría universitaria no me había convertido en escritor, sólo me había dado autores con los cuáles pelear, en especial Lukacs. Tanta teoría era como grilletes que me mantenían los ojos abiertos a la fuerza, como a mi adorado personaje de la Naranja Mecánica, y así era imposible caer en el trance donde un discurso menos razonado, más natural fluya con la alegría de un manantial cuando brota de la tierra al centelleo del sol.
Mi primera novela, y mi primer libro, era la historia de un hemerotecario que rehusaba ordenar los periódicos por fechas y recortaba los artículos buscando interrelacionarlos, en una enorme parodia del hipertexto, en una metáfora de la fragmentación posmoderna, que aún no existía; faltaban 15 años para que Tim Berners-Lee inventara la www.
Por supuesto el personaje de la novela no logró nunca un método que le organizara tal desorden de pedazos de periódico que dormían en espera sobre las mesas. De igual manera, nunca pude terminar esa novela de 300 páginas para las que tengo, guardadas en una caja de cartón, 3000 hojas. Algún día publicaré ese libro que siempre se ha llamado: Historia Natural.
En mi favor debo decir que, aunque nunca lo he publicado, 4 años de esfuerzo en ese libro me dieron el ejercicio que me ayudó a descubrir mi voz. Y ojo que digo descubrir y no crear mi voz.
Pasaron varios años en que intenté ser algo distinto a un escritor antes que el gusanito volviera a germinar en mi magín con contumacia. Esta vez vino en la forma de un ciborg que me generaba una enorme cantidad de reflexiones sobre lo que es “ser humano”. Escribí y terminé: Un Hombre sin Madre, que tal vez tenga más vigencia hoy que la inteligencia artificial está más presente en nuestras vidas que la vecina entrometida.
Ahora sí creía que tenía un libro, incluso un escritor mexicano encontró valor en él y lo publicó con su editorial emergente Blue Unicorn antes de terminar el siglo pasado en algo novedoso que se llamaba Amazon.
Mi mamá estaba orgullosa, mi padre miraba de soslayo como calculando si ahora se justificaría la enorme inversión que la Universidad de los Andes había significado. Mi madre, 35 años después, aún me promete que lo va a leer, y vuelve y me pregunta con inquietud ¿por qué se llama “sin madre”?
Querido lector, espero que hayas entendido que si has contraído el gusanito de querer escribir un libro te será casi imposible liberarte de él, pero te lo confesaré con todo cinismo, no será fácil y nada te garantiza que tu libro sea bueno, y aunque lo sea es posible que nadie lo lea.
Lo primero que debes resolver es esa pregunta incómoda: ¿Para qué o por qué quieres escribir un libro? Te ayudo con posibles respuestas: tienes una idea que quieres contar al mundo, conoces una anécdota que haría una excelente película o novela, has inventado un método original y quieres darlo a conocer, buscas validar tu experiencia personal con un objeto que lleve tu nombre, crees que tu biografía exitosa debe publicarse para que sirva a otros de motivación y guía a emular, eres un político y sabes que esto te dará renombre y autoridad, tienes un ego difícil de saciar y un libro es apenas una de las cosas que quieres atarle, revaluaste a Einstein y necesitas ponerlo por escrito, o…
Necesitas un plan
Lo más seguro es que nunca estés seguro que la respuesta que has dado a la pregunta de por qué quieres escribir un libro sea la verdadera, sin embargo, el gusanito no te dejará de roer porque no zanjes este primer paso.
Vamos entonces al segundo paso recomendado. Se dice, y hace parte de la leyenda, que Miguel Ángel Asturias se sentó una noche y a borbotones irrefrenables derramó en las páginas su novela El Señor Presidente. Puede ser cierto, no se trataba de un principiante y la fortuna lo había premiado con gran talento, además, tales leyendas eran heredadas de movimientos artísticos con seguidores casi místicos, y la escritura automática se aplaudía y practicaba en los círculos surrealistas. No me extraña que la leyenda siempre sitúa la escritura de Asturias cruzando la noche.
Asturias ganó el premio Nobel de literatura y gracias a su talento podemos concederle ciertas licencias, pero si no tenemos el talento de un premio Nobel, más nos vale hacer un plan para nuestro libro o será como salir a la selva sin guía y sin brújula; terminaremos dando vueltas hasta que nos devore el jaguar.
Cuando ya se tiene cierta experiencia es posible proyectar el tamaño del libro en páginas aún antes de comenzarlo. Y eso es importante, como lo es para un corredor saber si son 100 metros planos o una maratón, mantendrá un ritmo diferente, administrará su respiración de distinta manera. Si no se tiene la experiencia, y supongo que es tu caso porque buscas respuestas a la pregunta: ¿Cómo escribir un libro? te recomiendo, vehementemente, que pongas un número a priori y a ultranza, aunque al final no lo cumplas, te servirá para saber qué zapatos usar y cuántos víveres echar en tu mochila antes de emprender el fatigante viaje de escribir palabra por palabra decenas o centenares de páginas. Piensa que vas a construir un castillo ladrillo por ladrillo sin ayuda de obreros.
Eso te ayudará a calcular el tiempo de deberás invertir en tu proyecto, puedes ponerte una meta diaria, por ejemplo: unas 3 páginas diarias, aunque un maestro como García Márquez quedaba satisfecho con 1 buena página diaria.
El plan también es tu ruta, puedes hacer un sinóptico, poner los puntos o temas que quieres cubrir. Incluso puedes pensar en bloques de capítulos. Más adelante puede rellenar esos bloques de capítulo con subtemas sueltos, una forma es hacer una tormenta de ideas. Cuando se escribe un guion se pasa de un argumento general a uno más detallado y luego a algo que se llama escaleta; en la cual se explica qué pasa en cada escena. Al final se escribe la escena y se generan los diálogos precisos de los personajes.
En un libro ensayístico, o sea de no ficción, por ejemplo: donde explicas un método, es importante seguir el paso a paso, ir llevando al potencial discípulo de lo más básico a lo más elevado, como en cualquier proceso de aprendizaje. En cambio, si se trata de una novela, o sea ficción, lo importante es cómo se engancha al lector, como se le sumerge, como se le administra los enigmas, cómo se teje el suspenso, cómo se construyen los tan de moda cliffhangers (colgado del acantilado) para que no puede dejar de leer.
O sea que primero debes saber por qué quieres escribir el libro, y luego debes saber de qué tipo es el mismo (novela, ensayo, teatro, biografía, método, etc.) y luego debes decidir el género.
El género es algo que aplica especialmente a la ficción sea esta novelada, teatral o cinematográfica. El cine nos ha familiarizado con ellos: comedia, drama, acción, romance, etc. son los más generales y comunes, luego vienen los más específicos, o subgéneros, o, en términos del algoritmo los longtail (cola larga) por ejemplo: romance de vampiros, o comedia picante, etc.
A medida que vas tomando estas decisiones el libro que quieres escribir parece más concreto y cercano, aunque no hayas escrito ni una línea aún.
La página en blanco; un desierto enloquecedor.
Parece que ya estás listo, tienes en mente tu libro y tienes un plan detallado para realizarlo y has hecho espacio en tu agenda, y el propósito serio de dedicarle un par de horas diarias. Llega el primer día y te enfrentas con la pesadilla de cualquier escritor, la página en blanco. La maldita página en blanco es tan grande como el Sahara, como el océano Pacífico, y tan yerma como ambos. Tecleas inseguro, las palabras caen como hormigas sobre la blancura de la hoja y sientes la satisfacción de haber comenzado. Luego, tu juicio se vuelve tornasolado, ahora te parece que mereces el Nobel, más tarde sientes que es ridículo, tonto, obvio, y mal escrito. ¿Cómo puedes avanzar así? ¿Cómo puedes saber qué es bueno y qué no? La mala noticia es; no puedes saberlo, precisamente se trata de afinar tu oído literario y la única forma de hacer eso es leer y leer y leer a los maestros.
Esa duda es mortificante. Te congela, te enerva, te bloquea. Ya por lo menos compartes algo con los escritores profesionales; el bloqueo del escritor, y el pánico a la hoja en blanco… por algo se comienza.
Sin embargo, sigues si terminar ni siquiera la primera página. Ahora miras tu plan donde calculaste que tu libro debería tener unas 200 páginas y te parece que te faltarán unas tres vidas para lograrlo. Puedes darte ánimo diciéndote: hasta un viaje de mil kilómetros comienza con el primer paso, o si has tenido una abuela campesina: de grano en grano llena la gallina el buche.
Te confesaré un gran secreto, no hay nada que corregir a una página en blanco, hay mucho que criticar a un texto ya escrito: la crítica es dialéctica y dinámica y hace que avances, por lo tanto, escribe sin temor, no quedará escrito en piedra, mucho menos hoy que todo es digital, escribe lo que “vaya cayendo” luego podrás volver y revisar, recomponer, remendar, incluso podrás tener un lector cero que te retroalimente con percepciones, pero no exageres con los lectores porque cada uno te dará una opinión distinta y no es posible darle gusto a todos.
Dicho con humor, un camello es un caballo diseñado por un comité, varios lectores opinando será como un comité editorial enturbiando tu capacidad autoral.
Inventa los métodos que mejor se te acomoden, un tablero, apuntes pegadas en la pared, muñecos de plástico que sean avatares de tus personajes, fichas plásticas, lo que te sirva, a la final se trata de una expresión artística, libre y creativa.
Y ya que hablamos de lectores, vamos al siguiente punto; el público lector.
¿Escribes para ti o para alguien más?
Se escribe para publicar, de lo contrario son sólo apuntes. Publicar es presentarlo a un público, ¿a quién? Hay dos formas básicas de afrontar esto: la primera es; escribo lo que me parezca, de manera honesta, y ya veremos cuál es el lector que surge para este texto., la segunda es; escribo pensando quién quiera que lo lea y hago concesiones con el supuesto lector.
La segunda es el abordaje comercial, un tanto iluso porque supone que puede conocer a su público y más optimista aún; que puede adivinar qué querrá leer.
La verdad siempre se busca agradar al público, interesarlo, engancharlo, hipnotizarlo, como siempre se busca escribir el mejor libro posible. Es como piden los clientes: “quiero un libro excelente que todos quieran leer”. Fácil de decir, pero imposible de garantizar. Internet está lleno de falsos gurúes que son como animadores, se hacen a tu lado y te aúpan gritando hurra, hurra, tú puedes, nadie es mejor que tú, puedes lograr todo lo que te propongas, tú te lo mereces, si lo declaras lo haces posibles… y tantas otras tonterías de la nueva era. Nada es así, los libros excelentes se cuentan con los dedos de la mano entre millares, los autores que se hacen conocidos son una pequeñísima minoría. Es desalentador, sí, pero es la verdad monda y lironda.
Como no hay reglas para resolver esta pregunta sobre el público, otra vez te daré mi opinión personal de acuerdo a mi experiencia que por fortuna ya es bastante larga. Escribe con honradez, hay tantos lectores diferentes que cada libro puede encontrar su nicho. Sobre esto de categorías, nichos y encontrar lectores hablaremos en un capítulo de mercadeo. Al fondo se trata de empatía, de mímesis, de identificación, el lector que sienta como tú, que piense como tú, que tenga tus ideales y tu moral, será, posiblemente, tu lector.
Por eso si escribes con honestidad, si te reflejas como eres, es más posible que parezcas un verdadero ser humano. Hoy que estamos siendo invadidos por la inteligencia artificial, esto adquiere más valor y sentido que antes. No que sea mejor hoy, sino que es más fácil de entender.
Del fondo a la forma.
Supongamos que después de meses ya tienes reunidas suficientes páginas como para sentir que has completado tu libro. Debes sentirte orgulloso, un espermatozoide entre 200 millones, lo has logrado, pero aún no has alcanzado la meta, lo que tienes entre manos no es un libro, es apenas un manuscrito.
Para que se convierta en un libro, normalmente, se requiere de varios profesionales: correctores de estilo, diagramadores, diseñadores de portada, y en especial; editores. Si aún quieres seguir dando la pelea por ti mismo, sin ayuda, porque la hubieras podido conseguir desde antes de escribir (eso hace un escritor fantasma) puedes intentar hacer tu mismo la corrección de estilo que no es sólo la revisión ortográfica y gramatical, también es un ajuste fino al ritmo y la musicalidad, a la coherencia y transparencia del texto.
Y si quieres ser más valiente aún, podrías intentar diagramar tu libro, para ello hay programas como Indesign que pueden convertirse en una pesadilla si no los manejas con profesionalismo. Así obtendrás un PDF, u otro formato que fije la apariencia de tu libro (para que no se descuadren los márgenes, no se muevan las ilustraciones, no se pasen los inicios de capítulo a las páginas pares, no falte la numeración de las páginas, no se olviden los copyrights, etc., etc., etc.). Con esto ya casi estarías listo, ya casi tendrías tu libro, pero aún falta una portada y una contraportada.
La portada es de vital importancia. Precisamente se dice que no se debe juzgar un libro por su portada porque sucede, y mucho, por ejemplo cuando compitas en Amazon, la portada (miniatura) será crucial para obtener clics a la página de tu libro y acercarte a esa conversión, a esa compra, a lograr que el potencial cliente eche tu libro al carrito.
También si estás exhibido en una librería, será la portada la que atrape la vista del cliente, y aquí la contraportada también jugará un papel primordial, porque ese texto que va atrás es el argumento de venta, especialmente hoy que los libros vienen plastificados y no pueden abrirse antes de pagarlos, y que la estantería es abierta y no hay un librero introduciendo el libro, sino que él, como un huérfano, tiene que traer las herramientas para defenderse y lograr ser elegido entre cientos de competidores que se sientan en los estantes a su lado.
Hay teorías muy sutiles sobre cómo debe ser una portada, cada género requiere de un estilo, cada estilo apunta a un lector, los profesionales especialistas en esto conocen estas reglas, los novatos las ignoramos por completo y luego nos preguntamos ¿por qué mi libro no se vende? Igual ocurre con el texto de la contraportada, hay maneras vendedoras de escribirlo, que tienen sus propias reglas perfeccionadas, casi secretas, que desconocemos. Por eso, si no usamos profesionales para que “empaquen” nuestro manuscrito entramos en amplia desventaja en un mercado donde hoy se publican millones de libros cada año, sí, millones, ya no estamos en la época de Gutenberg.
Entregar nuestro amado hijo en las manos del algoritmo
Si has llegado hasta aquí habrás entendido que escribir un libro es bastante trabajo, pero no importa porque lo quieres como a un hijo y has matado ese gusanito que te roía la cabeza. Hoy las librerías siguen vendiendo libros, a ese hermoso objeto le han vaticinado la muerte una y otra vez, pero sobrevive, el último desahucio vino con el crecimiento de internet y no se cumplió. No obstante, el libro, su comercialización si fue absorbida en gran parte por la red mundial, y Amazon, que comenzó como una empresa que vendía libros en línea se ha convertido en un monstruo, en una de las empresas más grandes del mundo y vende cualquier cosa.
Por eso, hay que entender al algoritmo, como una tercera alfabetización (la primer leer, la segunda manejar un computador) pues sólo por medio de él nuestro libro podrá hacerse visible en el mercado. Precisamente se llaman visualizaciones, las veces que Google, o Amazon, muestran tu libro como respuesta a un criterio de búsqueda de un navegante. Para lograr que te muestren tienes que entender cómo funciona el algoritmo, hacer tu mejor aliado, o será tu peor enemigo. Podrías intentar hacer por tu cuenta o podrías buscar un experto en SEO (search engine optimization- optimización en motores de búsqueda) para que te elija el título, de acuerdo a los caudales de búsqueda de ciertas palabras claves y para que elija esas palabras y las ubique de forma natural en tu descripción, en tu texto de contraportada, en las piezas promocionales que uses, como los videos captadores en redes.
Y ahora sí, ya has escrito un libro y tu mamá puede ir a comprarlo, tu hermano, tu mejor amigo. Si lo hacen en Amazon y nadie más lo hace, y tú no alcanzas por lo menos 100USD en regalías, Amazon no te paga, se queda con el dinero de tu mamá y tus amigos, como hace con miles y miles de escritores novatos llenos de ego e ilusión.
Sé que he sido duro, pero no quiero engañarte como tanto animador que sólo busca tu like; prefiero ser honesto y apoyarte con mi experiencia. Si tienes ese gusanito y no puedes matarlo, inicia la aventura, pero trata de conseguir ayuda, no lo hagas solo: escribir un libro con ayuda profesional puede ahorrarte años de frustración y errores evitables. Rodéate de personas que te acompañen en cada parte del proceso: un ghostwriter para planear y redactar, un corrector de estilo para revisar y pulir, un diagramador para darle la apariencia adecuada, un diseñador gráfico con experiencia en portadas para libros y un buen especialista en SEO que te ayude a posicionarlo.
Suerte, saldrás del templo de Shaolin con cicatrices, pero sin duda escribir un libro es un proceso de autoconocimiento y crecerás, y ahorrarás en sicólogo.